LA RADIO NO ESTÁ CERCA DE LA GENTE
Por David Roca Basadre
La pataleta de los medios porque a RPP (Radio Programas del Perú) se le impide entrevistar al reo por varios crímenes Alberto Fujimori, debería ser digna de mejor causa. A muchos nos gustaría ver a esos mismos medios luchando por darle tribuna pública a los comuneros de Huancabamba, a los vecinos de Paramonga que vinieron a exponer sus quejas y de los que no transmitieron sus reclamos, a los campesinos del Tambo en Arequipa, y tantos otros que no tienen radio, ni televisión, ni prensa escrita que – como Perú 21 – les saque portadas donde aparezcan amordazados.
Pero no, prefieren hacer campaña por la libertad de expresión de un delincuente condenado por la justicia por haber robado millones de dólares, por promover y apoyar a criminales en atentados calificados de lesa humanidad y que prostituyó a las instituciones del Estado.
En esta democracia censitaria, decimonónica, hecha para calzar el pie más grande y de trancos largos de los que tienen el verdadero poder, con el presidente Luis Miguel Castilla a cargo, no hay por ejemplo espacio para un nutrido grupo de representantes de los guardianes de las lagunas que han venido a Lima, representando a los cientos de pobladores y ronderos que desde el 8 de octubre están acampando alrededor de las lagunas Azul en Celendín, y Mamacocha en Bambamarca. Ellos vienen a exponer cómo están siendo amenazados por el poder local, de horca y cuchillo, vienen a contarcómo la familia Chaupe – por defender su propiedad privada – es acosada por Yanacocha en Cajamarca, y que tras alojar a los guardianes se le despoja de su propiedad sin miramientos, por obra de una autoridad judicial local que solo ve los papeles que le interesa ver.
Los guardianes de las lagunas quieren que se sepa que el proyecto Conga no se ha detenido, que prosigue la construcción de reservorios que son el preludio de una actividad minera más intensa. Y que allí, a más de 4 mil metros de altura, a pesar de las duras condiciones climáticas, se aferran en la defensa no solo de sus reservas de agua sino de la totalidad de los ecosistemas que las hacen posibles. Vienen a decir que no quieren artificios no sustentables, sino aquello que la naturaleza podrá sustentar siempre y sin costo.
Sin embargo, a la conferencia de prensa a la que convocan los representantes de los guardianes de las lagunas en Lima, nadie le da importancia, apenas unos cuantos fotógrafos pidiendo expresamente una foto con puño en alto, esa foto, no otra.
El centralismo es un tema del espíritu y no solo de manejo de finanzas y funciones, es un asunto de prioridades para quienes siempre ven país como se mira un pastel para comer ahorita y a cualquier costo, y no como garantía de vida para toda una comunidad y sus descendientes. Y así, el centralismo informativo decide que es prioritario darle micro a un criminal, antes que a unos campesinos que luchan contra el poder limeño y transnacional instalado en la serranía. La tradición chichera de la prensa fujimorista – que por fin será enjuiciada – deja sentir el hedor de su viscosa tradición de ocultamiento y sumisión.
Los nudos se tensan, el mensaje ha sido bien recibido. La derecha (la bruta y achorada y la otra) ha marcado la línea que distingue la voz de los más pobres de la voz de la corrupción que quiere regresar, y ha escogido con nitidez su sitio. Si antes lo sospechábamos, ahora lo sabemos con certidumbre: la podredumbre reina por la fuerza y se esconde en la penumbra para atacar por la espalda, mientras que la lucha por la esperanza del Buen Vivir agrupa a contingentes que expresan aquel sentir democrático estafado en cada proceso electoral, movilizándose aún a costa de su vida.
Se vienen tiempos de grandes luchas, y no porque lo diga la Defensoría del Pueblo, sino porque el hartazgo de millones ya lo anuncia.
La pataleta de los medios porque a RPP (Radio Programas del Perú) se le impide entrevistar al reo por varios crímenes Alberto Fujimori, debería ser digna de mejor causa. A muchos nos gustaría ver a esos mismos medios luchando por darle tribuna pública a los comuneros de Huancabamba, a los vecinos de Paramonga que vinieron a exponer sus quejas y de los que no transmitieron sus reclamos, a los campesinos del Tambo en Arequipa, y tantos otros que no tienen radio, ni televisión, ni prensa escrita que – como Perú 21 – les saque portadas donde aparezcan amordazados.
Pero no, prefieren hacer campaña por la libertad de expresión de un delincuente condenado por la justicia por haber robado millones de dólares, por promover y apoyar a criminales en atentados calificados de lesa humanidad y que prostituyó a las instituciones del Estado.
En esta democracia censitaria, decimonónica, hecha para calzar el pie más grande y de trancos largos de los que tienen el verdadero poder, con el presidente Luis Miguel Castilla a cargo, no hay por ejemplo espacio para un nutrido grupo de representantes de los guardianes de las lagunas que han venido a Lima, representando a los cientos de pobladores y ronderos que desde el 8 de octubre están acampando alrededor de las lagunas Azul en Celendín, y Mamacocha en Bambamarca. Ellos vienen a exponer cómo están siendo amenazados por el poder local, de horca y cuchillo, vienen a contarcómo la familia Chaupe – por defender su propiedad privada – es acosada por Yanacocha en Cajamarca, y que tras alojar a los guardianes se le despoja de su propiedad sin miramientos, por obra de una autoridad judicial local que solo ve los papeles que le interesa ver.
Los guardianes de las lagunas quieren que se sepa que el proyecto Conga no se ha detenido, que prosigue la construcción de reservorios que son el preludio de una actividad minera más intensa. Y que allí, a más de 4 mil metros de altura, a pesar de las duras condiciones climáticas, se aferran en la defensa no solo de sus reservas de agua sino de la totalidad de los ecosistemas que las hacen posibles. Vienen a decir que no quieren artificios no sustentables, sino aquello que la naturaleza podrá sustentar siempre y sin costo.
Sin embargo, a la conferencia de prensa a la que convocan los representantes de los guardianes de las lagunas en Lima, nadie le da importancia, apenas unos cuantos fotógrafos pidiendo expresamente una foto con puño en alto, esa foto, no otra.
El centralismo es un tema del espíritu y no solo de manejo de finanzas y funciones, es un asunto de prioridades para quienes siempre ven país como se mira un pastel para comer ahorita y a cualquier costo, y no como garantía de vida para toda una comunidad y sus descendientes. Y así, el centralismo informativo decide que es prioritario darle micro a un criminal, antes que a unos campesinos que luchan contra el poder limeño y transnacional instalado en la serranía. La tradición chichera de la prensa fujimorista – que por fin será enjuiciada – deja sentir el hedor de su viscosa tradición de ocultamiento y sumisión.
Los nudos se tensan, el mensaje ha sido bien recibido. La derecha (la bruta y achorada y la otra) ha marcado la línea que distingue la voz de los más pobres de la voz de la corrupción que quiere regresar, y ha escogido con nitidez su sitio. Si antes lo sospechábamos, ahora lo sabemos con certidumbre: la podredumbre reina por la fuerza y se esconde en la penumbra para atacar por la espalda, mientras que la lucha por la esperanza del Buen Vivir agrupa a contingentes que expresan aquel sentir democrático estafado en cada proceso electoral, movilizándose aún a costa de su vida.
Se vienen tiempos de grandes luchas, y no porque lo diga la Defensoría del Pueblo, sino porque el hartazgo de millones ya lo anuncia.
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