martes, 27 de mayo de 2014


CHINA: MARX SE REVOLVERÍA EN SU TUMBA
 


China está alcanzando a Estados Unidos, encontrándose a punto de sobrepasarla en términos de PBI a precios reales. Su régimen económico es distinto al capitalismo financiero que hoy gobierna al mundo, con grandes empresas estatales, control directo de las finanzas y una enorme acumulación de reservas.

No tienen elecciones democráticas sino que están dirigidos por el Partido Comunista Chino, en el cual su Ejército tiene fuerte influencia. Controlan no solo la prensa sino también internet. Tienen sindicatos con millones de afiliados pero son “oficiales”, fuertemente regulados desde el estado y bajo control del partido. La decisión estatal también pesa en el número de hijos que puede tener una familia y mantienen sometidos a diversos grupos étnicos minoritarios como los tibetanos.

Empresas públicas chinas se expanden por el mundo y entran fuerte al Perú buscando metales y petróleo, mientras sus empresas privadas nos inundan de productos manufacturados. Suelo usar una laptop Lenovo, marcha china, con la que he escrito criticando las particularísimas ventajas que Alan García otorgó a las inversiones chinas en el TLC, lo que sucedió luego de que el Apra recibiera medio millón de dólares de donación del Partido Comunista Chino.

Es imposible ignorar a China. Aunque sea difícil, es menester tratar de entenderla.

Mirándonos en su espejo

Los éxitos de China son notorios en el ámbito del crecimiento económico. Su PBI ha aumentado con una rapidez sorprendente, siguiendo los ejemplos anteriores de Japón, Taiwan y Corea del Sur pero a su escala de gigante. Ha crecido más de 10% anual por 30 años. Al igual que estos antecesores asiáticos, el avance económico chino no ha sido por la explotación de minerales o petróleo, sino por la industrialización, ámbito en el que no dejan de progresar. Si hace 30 años empezaron con unos plásticos simples de baja calidad, hoy fabrican y venden en el mundo una gran variedad de productos industriales, incluso algunos bastante complejos como carros. Eso es diversificación productiva, ministro Ghezzi.

Si su avance económico ha sido bueno, en el área social no ha sido igual, al tiempo que ha generado alta desigualdad y severos problemas ambientales. La salud pública ha avanzado a ritmo mucho más lento; hace unos años con la epidemia del SARS la decisión política fue tratar de negarla y subestimarla. Todavía hoy en China van muy atrasados en asegurar para todos sus ciudadanos acceso a la atención integral de salud, tras la privatización de la economía entraron en crisis sus cooperativas agrarias que tenían atención primaria de salud, y la respuesta estatal llegó dos décadas después con un financiamiento de menos de 5 dólares por persona.

El crecimiento económico se ha basado en una extrema desigualdad. Mientras las ganancias suben por ascensor los salarios suben por una empinada escalera. Los millonarios se multiplican; en varios casos, se trata de hijos o nietos de antiguos jerarcas del gobierno. Tienen 152 billonarios (más de 1,000 millones de dólares cada uno); Wang Jianlin tiene una fortuna de 15 mil millones de dólares y recién se compró un inmueble en Madrid por 380 millones. Mientras tanto el salario mínimo en algunas regiones no llega a 150 dólares mensuales, unos 400 soles.

La cantidad de desastres ambientales en China es grande, afectando aire, aguas y suelos en muchas regiones. 16 de las 20 ciudades más contaminadas del mundo están en China. En el caso del calentamiento global, China ha aumentado sus emisiones de CO2 a ritmo veloz, sin preocuparse por medidas eficaces para controlarlas mientras que al mismo tiempo han saboteado todos los esfuerzos internacionales al respecto, tarea en la cual se dan la mano con los Estados Unidos.

No, el espejo no muestra a Blancanieves. Esta china no es la más bonita del reino.

Ideología y Práctica

Una de las 5 tesis de Mao indica que la práctica es el criterio de la verdad. Aplicándola, veamos la verdad: la China de hoy no tiene nada de comunista, salvo el nombre del partido que la gobierna. Desde tiempo atrás a la concentración del poder se le ha sumado la concentración de la riqueza y en vez de que haya un avance en la democratización, lo que hay es un estado que niega derechos civiles y políticos básicos a sus ciudadanos. Marx se revolvería en su tumba y se levantaría como zombi vengador si le dijeran que esta China es comunista.

Para introducir las reformas que han generado estos cambios en China, Deng Ziao Ping popularizó el refrán que dice: “no importa de qué color sea el gato siempre que cace ratones”. Habría que ver qué consecuencias ecológicas trae llenarnos de gatos para acabar con los ratones; es conocido que cuando Australia importó conejos (para criarlos y comerlos) terminó teniendo una plaga de conejos, y cuando luego importó zorros para que cacen a los conejos, pasó a tener dos plagas, la de conejos y la de zorros. La realidad social es más compleja que la eficacia cazadora de los gatos.

La cuestión de fondo, sin embargo, es si estamos de acuerdo en que el gran objetivo de la sociedad peruana debe ser cazar los mismos ratones contra los que luchó Deng. Quizás en el Perú de hoy lo que hay que cazar no son ratones sino ratas, unas ratazas que andan sueltas dentro del estado, sobre todo entre el jirón Junín y la avenida Abancay. Frente a este problema, no parece que los gatos chinos sean buenos para cazar ratas peruanas, mas parece que las engordan.

Nosotros y China

Resumamos: las políticas que se aplican en China no necesariamente son buenas para el Perú. Allá parecen haber hecho cosas buenas y otras no tanto, lo que es asunto de los chinos, quienes ojalá puedan hacer su propia evaluación y decidir bien su futuro.

Nosotros, desde nuestra modesta patria sudamericana, debemos buscar nuestro propio camino. Podemos aprender de China lo que nos convenga, pero solo eso. Ninguna anteojera ideológica que proponga copiar.

Tampoco tengamos anteojeras al momento de pensar nuestra relación con China, como no las tienen ellos, que piensan en sus propios intereses hasta en demasía. Es bueno para el Perú diversificar nuestras relaciones económicas, políticas y hasta militares, porque no es bueno poner todos los huevos en la misma canasta. En ese sentido una buena relación con China nos añade mercado y espacio político.

Pero no dejemos de darnos cuenta que China quiere nuestras materias primas baratas sin ninguna consideración ambiental ni social, y que allá no habrá accionistas ni jueces ni opinión pública en los cuales podamos buscar apoyo. ¿Qué ganamos ampliando horizontes si en vez de traer mejores inversionistas degradamos la calidad de las inversiones? Si lo hacemos sin condiciones como hasta ahora, el abrirnos a las inversiones chinas puede significar no cazar ratones sino atraer más ratas.

La justicia y el buen vivir en el mundo

Lo bueno del insurgir de China en el mundo es su aporte a la multipolaridad, es decir, a bajarles la cresta al Estado militarista norteamericano que espía, controla y mata en el mundo sin que el dulce Obama haya cambiado esto.

Lo malo es que son muy autocentrados y duros negociadores. Tienen su propia lógica de acumulación económica, tecnológica y militar para aumentar su poder. No han mostrado un ápice de entendimiento de la catástrofe ambiental mundial hacia la que seguimos avanzando como planeta.

Tenemos en el barrio un nuevo matón que entra a disputar con quien se cree el dueño del barrio y no sabemos si el nuevo logrará ser más poderoso. Tampoco sabemos si será mejor, por más que llamándose comunista quiera despistar a algunos con su disfraz de caperucita roja. En esta nueva realidad, le vendría bien al Perú defender mejor sus intereses, promover la unidad sudamericana y, por qué no, empujar un poco la agenda ambiental global ahora que se viene la COP 20 a nuestra tierra.
 
Nota: Artículo publicado en la revista "Hildebrandt en sus Trece" el viernes 16 de mayo.
 

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