MÁXIMA ACUÑA EN EL DÍA INTERNACIONAL DE LA MUJER
Por: Rosa Gaitán*
Los habitantes de Cajamarca, lugar del histórico del (des)encuentro de dos culturas, vuelven a hacer historia pues en las alturas de Celendin y Bambamarca, una mujer como Máxima Acuña Chaupe nos recuerda que continúa vivo el proceso de resistencia cultural que dice no a la imposición de un modo de vida que no esté basado en el cuidado de la tierra y exige que respeten su derecho a seguir viviendo de manera libre sin nuevos patrones en su territorio. Que la respeten, que respeten sus tradiciones, sus propios saberes, su modo de vida ligado a los cerros, sus lagunas, sus humedales, sus plantas curativas afirmándose en su labor como productora agrícola y ganadera, para la cual siente que es bienvenida la ayuda pero no para destruir la base material de su existencia y terminar siendo dependiente de los programas asistencialistas los cuales hoy proliferan por la asociación entre el gobierno y la minera que ha llegado para destruir su mundo, el que celosamente cuidaron sus padres y abuelos.
En el Día Internacional de los Derechos de la Mujer, pude observar una vez más el video online de cuando Máxima y su familia iban a ser desalojados de su terreno por los fiscales, la policia, los miembros de Securitas (ex Forza), los ingenieros de Yanacocha y nuevamente quedé impresionada al ver su espiritu digno e indomable. Ella se resistió, estaba allí erguida, defendiendo sus derechos. Decenas de hombres armados no la pudieron doblegar. Su fuerza solo podía provenir de un alma digna, de un alma que por sobre todo ama su tierra, defiende y quiere su agua.
Por eso, hoy más que nunca, las mujeres de las poblaciones de Jadibamba, cercanas a las lagunas Mamacocha, El Perol, Azul, Empedrada defienden las aguas que harán producir las tierras esforzadamente labradas y regarla con el agua de las lagunas que discurren por las quebradas y ríos hacia las partes medias y bajas de las cuencas en donde la problaciones producen la leche que se transformará en el reconocido queso cajamarquino, y producen tambiên las papas y nutritivas menestras que sirven las mesas de Lima y el norte del Perú. Quienes quieran invertir que lo hagan para apoyar estas formas productivas y sostenibles de un desarrollo que no se agote en el corto plazo como quieren hacer quienes buscan imponer la minería.
Por último, quiero rendir homenaje a Máxima que me recuerda los años en que trabajé en la zona escuchando y aprendiendo de muchas otras mujeres de la cuenca del río Jadibamba que nace en las lagunas que Máxima cuida a riesgo de su propia vida. Rememoro la tradición oral viva de sus relatos que conteniendo tanta sabiduría y conocimiento de la naturaleza y la biodiversidad está en ellos el sustento del desarrollo futuro sobre cuyas raíces se puede construir el desarrollo sustentable para estas poblaciones en un país que no desprecie la riqueza de su pluriculturalidad. Por estas y otras razones soy de las mujeres que se han sumado a la lucha para que un modelo económico ecológicamente depredador no condene a Máxima y su familia, a nuestras poblaciones alto andinas a la extincion de su cultura y por es como la mayoría de cajamarquinas y cajamarquinos digo alto a las concesiones mineras, alto a la expansión de las actividades mineras, alto al proyecto minas Conga. Las mujeres de la ciudad y del campo estaremos unidas para que nuestra voluntad defensora de la vida realmente sea respetada.
Los habitantes de Cajamarca, lugar del histórico del (des)encuentro de dos culturas, vuelven a hacer historia pues en las alturas de Celendin y Bambamarca, una mujer como Máxima Acuña Chaupe nos recuerda que continúa vivo el proceso de resistencia cultural que dice no a la imposición de un modo de vida que no esté basado en el cuidado de la tierra y exige que respeten su derecho a seguir viviendo de manera libre sin nuevos patrones en su territorio. Que la respeten, que respeten sus tradiciones, sus propios saberes, su modo de vida ligado a los cerros, sus lagunas, sus humedales, sus plantas curativas afirmándose en su labor como productora agrícola y ganadera, para la cual siente que es bienvenida la ayuda pero no para destruir la base material de su existencia y terminar siendo dependiente de los programas asistencialistas los cuales hoy proliferan por la asociación entre el gobierno y la minera que ha llegado para destruir su mundo, el que celosamente cuidaron sus padres y abuelos.
En el Día Internacional de los Derechos de la Mujer, pude observar una vez más el video online de cuando Máxima y su familia iban a ser desalojados de su terreno por los fiscales, la policia, los miembros de Securitas (ex Forza), los ingenieros de Yanacocha y nuevamente quedé impresionada al ver su espiritu digno e indomable. Ella se resistió, estaba allí erguida, defendiendo sus derechos. Decenas de hombres armados no la pudieron doblegar. Su fuerza solo podía provenir de un alma digna, de un alma que por sobre todo ama su tierra, defiende y quiere su agua.
Por eso, hoy más que nunca, las mujeres de las poblaciones de Jadibamba, cercanas a las lagunas Mamacocha, El Perol, Azul, Empedrada defienden las aguas que harán producir las tierras esforzadamente labradas y regarla con el agua de las lagunas que discurren por las quebradas y ríos hacia las partes medias y bajas de las cuencas en donde la problaciones producen la leche que se transformará en el reconocido queso cajamarquino, y producen tambiên las papas y nutritivas menestras que sirven las mesas de Lima y el norte del Perú. Quienes quieran invertir que lo hagan para apoyar estas formas productivas y sostenibles de un desarrollo que no se agote en el corto plazo como quieren hacer quienes buscan imponer la minería.
Por último, quiero rendir homenaje a Máxima que me recuerda los años en que trabajé en la zona escuchando y aprendiendo de muchas otras mujeres de la cuenca del río Jadibamba que nace en las lagunas que Máxima cuida a riesgo de su propia vida. Rememoro la tradición oral viva de sus relatos que conteniendo tanta sabiduría y conocimiento de la naturaleza y la biodiversidad está en ellos el sustento del desarrollo futuro sobre cuyas raíces se puede construir el desarrollo sustentable para estas poblaciones en un país que no desprecie la riqueza de su pluriculturalidad. Por estas y otras razones soy de las mujeres que se han sumado a la lucha para que un modelo económico ecológicamente depredador no condene a Máxima y su familia, a nuestras poblaciones alto andinas a la extincion de su cultura y por es como la mayoría de cajamarquinas y cajamarquinos digo alto a las concesiones mineras, alto a la expansión de las actividades mineras, alto al proyecto minas Conga. Las mujeres de la ciudad y del campo estaremos unidas para que nuestra voluntad defensora de la vida realmente sea respetada.
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*ROSA GAITÁN ROCHA. Militante de Tierra y Libertad.
Cajamarca, 9 de marzo del 2013.
Cajamarca, 9 de marzo del 2013.
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